Cuenta este relato que en un universo se encuentra un padre con su hijo. Este hijo gozaba de toda la plenitud del Amor que le daba el padre y al mismo tiempo él se expresaba con todo Su Amor. Por un instante tuvo una idea loca y se dijo ~ qué pasaría si fuera de este universo existiera algo mas ~ y abruptamente cayó en un sueño.
En ese sueño, no comprendió por qué parecía que hubiese surgido una entidad virtual, pues en ese instante olvidó su realidad. Aquella entidad virtual comenzó a aprovecharse de ese ligero olvido porque sospechaba con temor que fuera de ese escenario desaparecería.
Al parecer, usando el poder del soñador, lo que era uno, aquel hijo soñador, empezó a verse como múltiples unos y se experimentó un juego o ilusion de separación, de confusión y cada vez parecía más profundo. Dimensiones o universos alternos, como líneas de tiempo y diferentes épocas, un mundo aparente de tiempo y espacio, incluso en percepciones más sutiles o densidedades.
Pero el padre que advirtió que su hijo se sentía incómodo se preguntó ~ ¿qué tiene éste?, le envío todo mi amor, como una caricia y mi bendición para que lo recuerde ~ He aquí que el recuerdo del Ser Verdadero identificó desde el umbral del sueño todo lo que aparentemente había sucedido, teniendo conocimiento de lo que es, se dirigió al final del universo del sueño pues aunque parecían eones de eones de años, sabía que era un truco, tan sólo humo. Sostuvo al soñador conteniendo el sueño de proyección de forma toroidal y dispuso de un guión alterno, un plan eficaz para el despertar paulatino y definitivo del gran soñador.
Es por eso que siempre elegimos una posición, aunque somos una parte o aspecto de aquel hijo, también somos el observador que observa al que observa una experiencia, es decir, somos un observador más allá del que creemos que observa y a la vez nos identificamos en cierto modo con el observador inmediato porque aún hay confusión dada la experiencia individual.
Así que el camino del interior, quizás algo de integración pero sobre todo el perdón al recordar que esto no tiene lugar, que no es posible daño alguno, que jamás te han hecho nada, ni has hecho daño a nadie, desde este panorma se pueden considerar dos niveles, la perspectiva del recuerdo de la verdad superior y la perspectiva inmediata que te muestra el mundo.
La perspectiva de la fuente o mente original es la que quiere recordarte la Voz de “Un Curso de Milagros”. Entonces, esta experiencia se empieza a confrontar desde los dos niveles, el inmediato conocido y uno más allá de este mundo, o mejor, mas adentro de ti, usando una serie de lecciones y textos que te ayudan a entrenar la mente.
Por supuesto que, en el universo o mundo ilusorio tienen lugar cosas que operan en diferentes niveles dentro de su propio contexto, pero cuando se comprende lo más profundo creo que se abre un camino más simple, se toma consciencia de que este hijo es inocente y eternamente libre, sólo el Amor que es divino es real y a esta Sabiduría tiene acceso todo aquello que es, no importa cuanto parezca tardar en hacer uso de ella.
La Fuente es, nada más. Si en verdad eres, en últimas eres la fuente misma. Dicho de otro modo: “Dios es, nada más”.
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