Ella

Muchos caminos no son tomados y algunas decisiones son truncadas cuando nos invade el temor. Aunque lo que sucedió con nosotros pudo ser como un nudo por desenredar, una prueba por resolver en nuestro destino, según las circunstancias de algunos instantes quizás también por un poco de amor propio, tal como se dieron las cosas tal vez fue mejor haber continuado nuestros caminos separados. Lo más difícil es que después de haber endurecido el corazón, añores estar con esa persona que amas.

No nací en el mismo lugar de Alexander, pero cuando tenía un año de edad por cuestiones del trabajo de mi padre nos mudamos a la ciudad donde lo conocería, allí nacieron mis hermanos y como las cosas funcionaron, finalmente fue donde crecí.

Mi niñez fue tan normal como la de cualquier niña que sólo quiere jugar con las muñecas y poder divertirse en un parque. Los años pasaron y cuando ya me di cuenta estaba cumpliendo quince años. Ese día estaba feliz, podía ver en mi padre y mi madre la alegría de ver crecer a su hija, lo que no sabía era que empezaría una etapa de adolescencia y rebeldía que me marcaría para toda la vida.

Mi padre se había vuelto muy agresivo conmigo, no quería que saliera a ninguna parte y mucho menos que tuviera novio. Todas mis amigas del colegio salían con sus amigos y se divertían mientras yo siempre debía acudir a una excusa, la cual era mentira.

Me gradué del bachillerato cumplidos mis 17 años e ingresé a la universidad. Aquí empezó una historia verdaderamente linda aunque algo dolorosa, pasó el tiempo mas la recuerdo como si hubiese sido ayer.

Ir a la universidad lo asumí más como una orden que un deseo personal, porque la carrera que yo quería estudiar no era del agrado de mi padre, de cualquier modo era él quien pagaría mis estudios. Sabía que las cosas serían así mientras conseguía un trabajo. Ese sería el modo que tendría a mi alcance para lograr salir de mi casa, la cual más bien parecía una cárcel.

Escogí una carrera al azar donde lo único que llamaba mi atención era que una de mis compañeras de colegio entraría conmigo, de ese modo no me iba a sentir tan sola. Luego tendría que agradecer a papá el haberme cercado el camino para los estudios, puesto que sería así como lo conocí.

Fue en segundo semestre cuando mi vida cambió totalmente. Es allí donde apareció Alexander, el amor de mi vida.

Para aquel curso llegué nuevamente acompañada de mi amiga con la expectativa de quienes tomarían clase ese semestre. Ella y yo jugábamos a mirar qué chico nos llamaba la atención y si nos gustaba alguno como novio.

Entramos al salón que nos correspondió y luego entró saludando un joven engreído pero atractivo, algo alto, de buen cuerpo, ojos marrones oscuros y grandes, con sus cejas pobladas bien definidas y unos labios pequeños, muy pero muy provocativos. En conjunto inspiraba ternura y a la vez picardía. Además, en pocas palabras: estaba muy bueno.

Llegó con un compañero quién dio la impresión de ser un poco más sociable que él. Mi amiga y yo nos miramos y comentamos sobre la misma sensación que nos generó, de modo que con Alex no pasábamos de un saludo, se veía callado aunque tenía unos apuntes muy buenos que nos hacia reír a todos.

En todo caso, no había podido entablar una conversación con él. Pasados los días me parecía mas lindo, la verdad me gustaba y mucho pero nada podía hacer. Él contaba con una mezcla particular y enigmática de parecer engreído, serio y por momentos todo un pícaro. Tampoco sabía si tenía novia o no, lo que sí sabía era que a él le gustaba otra compañera de clase, pero después me enteré que ella tenía novio y no le dio chance.

Una de nuestras asignaturas para ese semestre era álgebra lineal y el trabajo final para entregar era demasiado complejo, la verdad veíamos que estábamos muy perdidas con eso. Escuchando una conversación entre Alex y su amigo inseparable de aquel entonces, nos dimos cuenta que ya habían terminado el trabajo y nosotras ni siquiera sabíamos por dónde empezar.

He aquí la agilidad de mi amiga para convencerme de ir a hablar con ellos y pedirles asesoría para poder empezar nuestro trabajo. No veía por qué tenía que ser yo y no ella, por más que quisiera eso me generaba algo de nerviosismo pero finalmente mi amiga me empujó de cara hacia ellos sin darme tiempo de pensar.

Saludé, me respondieron y les comenté el pequeño problemita que teníamos, así que Alex tomó la palabra y empezó a explicarme lo que debíamos hacer, pero era la primera vez que lo tenía tan cerca así que la verdad no le presté atención. Mi cabeza sólo decía “cómo está de guapo, es tan bello, me gusta tanto”.

En últimas tuve que proponerles que mejor hicieran el trabajo y que nosotras pagábamos. Alex solo respondió que sí pero que le pagábamos con una salida, lo cual me pareció muy apropiado y acepté. Para mi resultó ser la mejor propuesta, ahora sólo debía convencer a mi amiga pero esa tarea no fue difícil.

Llego el tan esperado día de entregar el trabajo y apenas terminara la clase salir a pagar nuestra deuda. El trabajo estuvo bien al igual que la sustentación, por lo que nuestro profesor no se dio por enterado que fue apoyado por alguien más.

Ese viernes en la noche salimos a un sitio cerca de la universidad. Todo empezó muy bien, era la primera vez que hablábamos tanto, yo permanecí a su lado. Para mi sorpresa resultó ser muy bueno con el baile y la estábamos pasando muy bien, cuando me di cuenta ya le estaba dando un gran beso, el mejor de mi vida, el más largo que he dado. Fue como ir al cielo y volver. Puesto que no falta quién interrumpa, en medio de ello llegó la policía y como no todos teníamos la edad para estar allí, tuvimos que salir de aquel establecimiento.

Llegué a mi casa pensando si todo iba a quedar ahí o si en realidad yo le gustaba y las cosas podrían continuar. A la mañana del sábado me levanté pensando si lo volvería a ver, no como todos los días en la universidad sino de manera diferente, pero él no llamó ese fin de semana.

El lunes en la universidad me encontraba expectante de la hora que llegaría para saludarlo, más que eso, deseaba saber si por lo menos me iba a regalar una sonrisa. Cuando llegó me puse muy nerviosa, es más, creo que me puse pálida y fría. Él se sentó a mi lado me saludó y me dijo que quería llevarme a mi casa en su moto a la hora de salida. Las horas se me hicieron eternas y ese día no presté atención a las clases. Salimos, llegamos a casa, hablamos y al momento ya lo estaba besando de nuevo. Me encantaban sus besos, eran únicos. Quedamos de salir de nuevo, así que esa noche dormí con una gran sonrisa en mi rostro.

El viernes siguiente me llevó a un sitio bonito de aspecto bohemio y la pasamos muy bien. La charla era agradable para mí, él sabía de todo, fue una noche fantástica llena de ilusión y de amor. Ese día supe que las cosas estaban por buen camino pero debía llegar temprano a casa y aunque él esperaba pasar más tiempo tuvimos que regresar de repente. La siguiente semana me llamó para decirme que pasaría por mi casa así que estuve esperándolo un tanto ansiosa. Llegó con un bello y particular regalo, al rato de manera amorosa preguntó si quería ser su novia. Fue un momento único, no lo creía, ¡era novia de Alexander!

Los días siguientes fueron maravillosos, tratábamos de estar juntos el mayor tiempo posible. Nos parecía delicioso jugar con la lluvia, mojarnos y sentirnos libres. Siempre que podíamos nos escapábamos a sentir la adrenalina de la velocidad en su moto. Nuestro amor cada día se hacía más fuerte. Las charlas eran realmente amenas y nos reíamos en todo momento.

Llegar a su casa y sentarme en sus piernas mientras tocaba el piano ¡era lo máximo! Escucharlo cantar era paz para mi Alma, podía pasar horas así.

Avanzados algunos meses en nuestra relación, tan especial como siempre, Alex llegó a decirme todas aquellas cosas románticas que me alentaban, pero esa ocasión dijo algo mas:

­~ Laura, quisiera hacerte el amor, hacerlo contigo. Sabes que te dije que alguna vez lo intenté. Afortunadamente fue algo frustrado, realmente me gustaría que mi primera vez sea contigo.

Yo me quedé sin palabras, no sabía que responder, sería también la primera vez para mi. Primero no sabía si estaba preparada y segundo, siempre había pensado que me guardaría hasta mi matrimonio, pero estaba muy enamorada como para decir que no, además lo deseaba con todo mi cuerpo, alma y corazón, así que dije que sí. Alex preparó su apartamento de estudiante. Yo estaba muy nerviosa pero él me hizo sentir única, tranquila. Estando allí, él se mostró natural, encendió el televisor para disipar la tensión. Pasaron tal vez unos quince minutos, apagó la TV, encendió el sonido sintonizando una emisora de música suave y sacó una botella pequeña de crema de whisky que no me esperaba.

Yo estaba derretida, sus palabras llenas de amor y su galantería me hacían sonreír y abrirme a la coquetería, así nos besamos y sutilmente fuimos dejando poco a poco cada prenda de vestir. Para cuando me di cuenta, me encontraba por primera vez desnuda frente a un hombre.

Por un instante él dejó la cama para alcanzar algo así que aproveché para cubrirme con las sábanas puesto que me sentía avergonzada, nunca antes alguien me había conocido de este modo. En tanto volvió se las arregló para quedar bajo las sábanas.

Sus caricias hacían vibrar cada parte de mi ser. Él se tomaba el tiempo para permitirnos conocer y explorar nuestros cuerpos haciéndolo de un modo muy especial. Tan sólo sentir su presencia cerca generaba en mí mil sensaciones mas con el contacto de nuestra piel experimentaba algo nuevo y más fuerte.

Aún recuerdo aquella mirada dulce, profunda y sincera, justo antes de que me llevara a conocer el cielo, cuando exclamó:

­~ ¡Oh nena!, eres realmente hermosa.

Fue en mi casa donde empezaron los problemas. Alex quería sacarme un poco de ese encierro y siempre me decía que ya no era una niña, era una mujer. Salir con él me llevó a tener problemas con mis padres pero yo soportaba todo porque lo quería, estaba realmente enamorada, él era todo para mi.

El tiempo pasó y con él aumentaron los conflictos. Mi papá el primero, pues no resistía ver a Alex y siempre me sentía entre la espada y la pared. Congelé los estudios porque tuve la fortuna de conseguir un buen trabajo, pero ese era otro problema debido a que tenía que viajar mucho y conocer gente, tener que salir tanto y vernos poco, no le agradaba a Alex, así que era discusión segura posponer algo nuestro.

Aunque yo seguía muy enamorada ya no vivíamos igual, sentía que me quería tener controlada como mi padre. Ahora con el tiempo finalmente he comprendido que además de la fibra que Alex me tocaba al reflejarme algo de mi padre, él actuaba así por su manera de percibir las cosas. Él sentía que era su mujer y en ese sentido era cierto, todo lo hacíamos juntos, queríamos salir adelante para casarnos, realmente formar una familia con al menos dos hijos a los cuales ya les teníamos nombre, sólo que éramos muy jóvenes y no formalizamos nuestro compromiso esperando un mejor momento económico para cuando Alex terminara los estudios.

Yo andaba llena de confusiones y cegada por una realidad que era prestada: tener un buen cargo. Llegó el día que sólo quería poner mi ego por encima y mis prioridades eran las de una mujer que no quería ser controlada ni mucho menos quedarse en casa criando hijos. La relación se tornó en peleas y llegué al punto que no quería estar más con Alex. Que mala decisión para mi vida. Terminé con él por cosas tontas pero de eso me daría cuenta con el transcurso de los años, puesto que finalmente terminé viviendo aquello que él veía y que yo entonces no quería.

Alex hizo lo posible para hacerme ver las cosas pero yo no di marcha atrás. Sólo pensaba en las otras cosas que quería y la fantasía de un cuento que no fue lo que esperaba. Después de transcurridos varios meses de haber terminado con Alex, comencé a hablar frecuentemente con un compañero de trabajo y por mi soledad empecé a salir con él. Yo creía que las cosas se podían dar y me hizo ver un mundo donde la mujer y la profesional se llevaban de la mano, así yo podría tener las dos cosas que deseaba. Mala cosa para mí, aunque sonaba bien, después me di cuenta que esa no sería mi realidad.

Al cabo de cinco meses, él me propuso matrimonio y acepté. Decidí ser yo quien le contara a Alex para que no se enterara por otras personas. Lo llamé para vernos y le dije todo. Se veía en su rostro que no lo podía creer, un bloqueo parecía apoderarse de él, fue como si su voz se atragantara y prefería desviar su mirada. Pude ver que quería decirme algo pero no le di oportunidad de expresarlo, no sé si por egoísmo o miedo de reconocer que era él a quien amaba, y que una de sus palabras podría poner a tambalear mi vida, mis nuevos proyectos.

De un día a otro, me encontraba viviendo en otra ciudad sola, sin amigos, sin trabajo, dado que me despidieron por estar en la misma empresa los dos. Es allí donde todo empezó a caer por su propio peso. Como si fuera poco enfermé y lloraba todo el tiempo.

Sentí la necesidad de buscar a Alex pero él no me dio oportunidad. Era evidente que había quedado dolido así que me evitó.

Aunque finalmente logré hablar con él un par de veces, las cosas siguieron su marcha y decidí que si era eso lo que había hecho tenía que asumirlo. Vinieron años muy difíciles para mi salud, quería en medio de todo tener alegría y poder concebir un hijo pero las cosas no se daban. Tardé casi ocho años en lograrlo. Aunque pasó el tiempo, quería a Alex como el primer día que lo vi, pese a todo, nunca dejé de pensar en él.

Un día viajé a visitar a mis padres y me encontré con una amiga, quien me informó sobre el estado de coma que padecía Alex. Me preocupé mucho, creo que me puse de mil colores, no sabía que hacer porque él estaba en otra ciudad y no habíamos hablado durante diez años, tampoco tenía contacto con su hermano. Pensé que lo mejor era pedirle a Dios por él confiando en que su recuperación iba por buen camino.

Al poco tiempo logré tener paz cuando finalmente encontré un email suyo. Ese día fue mágico, volver a saber de él fue impactante. Sentí que iba a morir, el corazón me latía muy fuerte, era él de nuevo. Para mí fue la mejor noticia que me habían dado en años.

Después logramos hablar un rato, le conté casi todo en resumen, aún recuerdo algunas palabras, en especial una escena que quedó grabada en mi memoria cuando le decía:

­~ Este día en serio es único, no me lo vas a poder quitar.

­~ Sí, tal vez sea un regalo.

­~ Es de los dos y para los dos.

­~ Es así como te quiero recordar, con lo bello de ti y que produce algo en mí que no puedo explicar.

­~ Eres un sol … Te amo.

­~ Yo nunca dejé de amarte.